En El Hatillo Francisco J. Bassim muestra su “Falsa Realidad”

jueves, 12 de agosto de 2010

A través del tiempo, divos, artistas y otros símbolos de nuestra cultura visual y mediática han tenido siempre una o varias personas detrás de su entorno, quienes los empujan a convertirse en máscaras, ocultando tras éstas su verdadero ser, dejando en manos de nuestra capacidad creadora, la utopía de imaginarlos y formarlos. En el mismo fenómeno incurrimos con nosotros mismos, llevamos máscaras y nos las colocamos a la medida de lo que queremos ser o aparentemente somos.

De esta manera, y tras innumerables exhibiciones, el artista plástico Francisco J. Bassim – “goma”, presenta su exposición “Falsa Realidad”, donde muestra el doble juego que existe entre la conveniencia de los otros y la nuestra, en crearnos personajes que no somos, especulando sin cesar frente a la máscara que nos es presentada, cayendo en la paradoja de multiplicarla y hacerla aún más inasible.

Esta innovadora muestra se podrá apreciar a partir del próximo 21 de agosto y durante 5 semanas, en la Galería Extracto, ubicada frente a la plaza Bolívar de El Hatillo, a partir de la 7:30 de la noche, donde Francisco J. Bassim, acudiendo al acrílico sobre tela, mostrará simples personajes representándolos en su condición de símbolos, tal vez de objetos, y entrando en la suposición un tanto lúdica y estimulante, de sacarlos de sus contextos conocidos y colocarlos como calcomanías en cualquier ambiente libre y fuera de toda lógica espacial.

El artista explica, que cada uno de los personajes que hacen vida en esta muestra artística, vienen representados a través de su niñez y adolescencia. “No busco ir más allá de esto, tampoco busco la profundidad de cada uno de los rostros que represento, son personajes que seguramente estuvieron presentes en la vida de todos nosotros, todo gracias a los medios masivos de difusión, como la televisión, el cine o las revistas coloreadas y de hermosas páginas satinadas”, comentó.

Así, Francisco J. Bassim exhibe esta “Falsa Realidad”, convirtiendo estos símbolos en simples máscaras, para que simples personajes sin rostro puedan llevarlas. Dejando a nuestra imaginación, lo que sepamos o creamos saber de ellos, sobre su identidad y la de los otros que prestan su cuerpo detrás de esos antifaces, para que queden entonces en el mundo de lo mítico, de las pretensiones, todas gratuitas y válidas.